Barranquilla enfrenta una grave crisis de seguridad, evidenciada por un aumento del 16% en homicidios durante el primer semestre de 2024, mientras que el departamento del Atlántico reportó un alarmante incremento del 89% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Estas cifras reflejan la intensificación de conflictos entre grupos delictivos que luchan por el control territorial y las fuentes de ingresos ilegales, como el microtráfico y la extorsión.
El 86% de los homicidios en Barranquilla se han perpetrado mediante sicariato, lo que indica un alto nivel de organización y letalidad entre las estructuras criminales. La Policía Metropolitana ha identificado que las disputas entre bandas son el principal motor de esta violencia, con crímenes frecuentemente ejecutados por motociclistas en áreas como el suroriente y suroccidente de la ciudad.
El Observatorio de Seguridad Ciudadana advierte que estos homicidios están vinculados a una lucha por la hegemonía criminal, exacerbada por el debilitamiento de las instituciones locales. La tasa de homicidios ha alcanzado los 16,2 por cada 100,000 habitantes, la más alta desde 2016. Si esta tendencia persiste, Barranquilla podría cerrar 2024 con cifras récord de violencia.
Las causas del deterioro incluyen un aumento en extorsiones, robos de tierras y una creciente intolerancia social, lo que no solo afecta la percepción de seguridad, sino también impacta negativamente en la economía local.
Las autoridades han intensificado operativos contra las bandas criminales, pero enfrentan serios desafíos debido a la falta de recursos y capacidades logísticas. Se han hecho llamados a la comunidad para colaborar en la identificación de sospechosos y denunciar actividades ilegales. Sin embargo, la violencia en Barranquilla no solo representa un problema de orden público; también evidencia una crisis estructural en la gobernabilidad.
Es crucial implementar una estrategia integral que combine el fortalecimiento institucional, prevención social y políticas efectivas contra el crimen para frenar esta ola de homicidios. Sin un enfoque coordinado y sostenido, Barranquilla seguirá atrapada en una preocupante espiral de violencia.
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